La sociedad civil rescata a los refugiados de la dejadez institucional en Berlín y evita una crisis humanitaria.
Familias alemanas les acogen y grupos de voluntarios reparten agua o mantas en los asentamientos.
Pancartas en los estadios de fútbol o portadas de periódicos locales piden ayuda para dar una buena “bienvenida” a los refugiados.
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