Los paradigmas de la ecología política, sustentados en la justicia ambiental y en la justicia social, comprometidos con la vida de la Tierra y de la Humanidad, por el contrario, abogan por cambios estructurales.
Desafían el predominio del desarrollo, cuestionando especialmente el crecimiento económico y la irracionalidad de una economía basada en los combustibles fósiles.
Enfrentan el capitalismo, cuyas aberraciones sociales y ambientales se han agudizado en su versión extrema: la neoliberal. Simultáneamente proponen una radicalización de la democracia, que no puede reducirse exclusivamente a la democracia representativa.
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