Hoy en día, los procesos de cambio que dominan la institucionalidad latinoamericana se encuentran en un impasse. Elementos sustanciales que conforman su articulado doctrinal y programático están viéndose cuestionados por diferentes sectores o reflejan distorsiones, tanto desde el plano del mantenimiento de legitimidades políticas hegemónicas como en lo que se refiere a la proyección económica de aspectos centrales de los proyectos de cambio. No existe proceso de transformación social exento de contradicciones, y América Latina no es una excepción.
Así, este bloque progresista se encuentra hoy en una encrucijada de cuya resolución, nos atrevemos a señalar, depende la potencial profundidad del cambio a futuro, con independencia de los indudables logros sociales, políticos y económicos hasta ahora obtenidos; es decir, su carácter alternativo frente a la modernidad capitalista hoy inmersa en una crisis multidimensional, civilizatoria.
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