El copiloto de Evo Morales es, a su vez, uno de los teóricos políticos más originales de la región. Pablo Stefanoni traza el perfil de Álvaro García Linera, el vicepresidente más importante de la izquierda sudamericana: el marxista clásico que desafió a su biblioteca y hoy vive las tensiones de ser un intelectual que gobierna.
La noche del 18 de diciembre de 2005, Álvaro García Linera regresó a su casa del barrio paceño de Sopocachi como quien retorna de su oficina tras un día normal de trabajo. Solo su falta de voz aparecía como una huella visible del hecho de la jornada: el histórico triunfo electoral que lo consagró como vicepresidente de Evo Morales. Además de llegar al Palacio Quemado junto al primer presidente indígena de la historia boliviana, e iniciar el “proceso de descolonización”, García Linera comenzaba su propia transición personal: del intelectual político al político intelectual. En este caso, el orden de los factores sí altera el producto.
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