Como resume el manifiesto de las movilizaciones, estas políticas benefician a las élites económicas y atentan contra los derechos humanos de las grandes mayorías sociales; deterioran la vida en el planeta y, como los tratados de libre comercio que la Unión Europea pretende firmar con Estados Unidos y Canadá, suponen un retroceso en los avances democráticos de siglos anteriores.
Si sabemos dónde está el problema, de nada sirve aplazarlo hasta el siguiente 17 de octubre. No se trata de dejar de votar, pero se puede hacer pero con la convicción de que necesitamos un sistema con otros valores que reemplacen los de la productividad y el dinero a cualquier precio.
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