divendres, 9 d’octubre del 2015

¿Y si la guerra la lleva Estados Unidos?




Una de las buenas noticias recientes es el posible avance sin retorno de las conversaciones de paz en Colombia, una guerra que dura más de cincuenta años. Si miramos a América Latina no es difícil concluir que se encuentra en uno de los periodos más pacíficos de su historia. Atrás quedan las dictaduras del cono Sur, las guerras civiles de Centroamérica o los conflictos fronterizos tan desgraciadamente frecuentes en esa región. Tampoco se nos puede escapar que es precisamente ahora cuando la presencia de Estados Unidos, y su control sobre los gobiernos de ese continente, está en su perfil más bajo. Probablemente estas dos circunstancias, menor influencia norteamericana y paz regional, tengan una estrecha relación.

Mientras esto ha estado sucediendo en América Latina, las escalonadas invasiones presentadas como intervenciones humanitarias en Yugoslavia, Afganistán, Iraq, Libia o Siria han provocando desestabilización, terror y muerte hasta el punto que a nadie se le escapa la multiplicación de refugiados a medida que Estados Unidos y la OTAN van “liberando” y “democratizando” un país. Hemos bombardeado e invadido países en reacción a la masacre de cientos de personas (limpieza étnica en Yugoslavia, chiítas asesinados por Sadam u opositores reprimidos por Al Assad y Gadafi) para terminar asesinando a miles (hospitales incluidos, como el de Afganistán).

La paz que avanza en América Latina y la guerra que asola Oriente nos muestra uno de los caminos que conduce a lo que “tenemos que hacer”: mantener alejado a Estados Unidos y a la OTAN.

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