Fue la semana pasada pero se pasó por alto; había demasiados papeles en panamá, demasiados chorizos que nombrar, demasiadas miserias dignas de un libro de codicia. En el mar mediterráneo, una embarcación; una más sobrecargada, el mismo lugar, las mismas personas u otras diferentes. Ya no leemos las noticias porque las que se refieren a números no causan dolor, ni siquiera un esbozo de ternura. Pero han muerto.
El mediterráneo alberga como todos los cementerios, cientos de cadáveres de personas que tenían una vida, o quizá, no tenían ninguna y buscaban la nuestra. Esa cómoda vida de donde no nos salimos no vaya a ser que llueva.
Quizá ninguna de esas personas se pone un segundo en vuestra piel porque eso supone salir del colchón del bienestar y qué bien estoy, llegado el caso. Mientras tenga para una caña, fútbol, un trabajito y una fiesta de vez en cuando, que me quiten lo bailao…Vergüenza, eso es lo que tendría que darnos, pero no nos da.
Era una embarcación, una patera, y eran inmigrantes, dirían muchos.
Descansad en paz. El mediterráneo siempre os honrará con su luz
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