“He pasado 24 horas en una mina. Llegué una mañana y sólo se sale a la mañana siguiente. Incluso mis necesidades la tenía que hacer allí abajo en los túneles.” Esta es parte de la declaración es de Pablo, un huérfano de 14 años que trabaja a partir de los 12 en una de las minas de cobalto ubicadas en el sur del Congo, donde existen docenas de estas minas.
De acuerdo con UNICEF, miles de personas trabajan en esta actividad en la región, en condiciones análogas a la esclavitud. Entre ellos, unos 40 mil niños; desde a partir de unos siete años de edad. La mayor parte de las minas son ilegales y dominados por grupos paramilitares o de bandas armadas. La jornada de trabajo por decir de alguna forma es de por lo menos 12 horas, los rendimientos de entre US $ 1 y US $ 2 al día a los pequeños, que operan sin máscaras ni guantes, en el intenso calor, transportando cargas pesadas y como si eso no fuese suficiente encima sufren palizas constantes, extorsión e intimidación departe de los ‘jefes’.
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