dijous, 16 de juny del 2016

MALOS HUMOS Y MUCHOS EUROS: QUÉ HAY DETRÁS DEL CASO VOLKSWAGEN


Volkswagen ha trucado los motores de sus coches. Once millones de automóviles. La noticia corrió como la pólvora, a rebufo de los medios tradicionales y las redes sociales. Poco después nuevas firmas automovilísticas añadieron su nombre a la lista de tramposos. ¿Qué implican los engaños de la, hasta entonces, reputada industria alemana?, ¿a quién perjudican?, ¿qué hay detrás?

“El problema de que trucan sus ordenadores de a bordo para decir que emiten menos contaminación de la que emiten es para toda la sociedad”, arranca el catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá, Antonio Ruiz de Elvira, quien introduce un primer elemento de análisis: los engaños no son de una única marca.

Hablar del automóvil es hablar de petróleo. Sin medias tintas ni calificativos. La automoción proporciona al negocio del petróleo miles de millones de clientes, recuerda Jordi Ortega. “Hay endogamia entre la industria del automóvil y las refinerías. El diésel es un largo rodeo a la reducción de emisiones de dióxido de carbono, cuando el futuro será la electro-movilidad”, añade. Porque si los coches con motor de gasolina emiten CO2, la alternativa que la industria se ha inventado, el diésel, produce otro tipo de contaminación peligrosa.

“El diésel era un producto de desecho de las refinerías. No se utilizaba salvo en los barcos. En un momento dado las petroleras “convencieron” a los Gobiernos de que se podía utilizar ese aceite para aumentar al doble sus ganancias

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