dimarts, 14 de febrer del 2017

¿POR QUÉ LA CLASE TRABAJADORA VOTÓ POR DONALD TRUMP? Por Arnold L. Farr*


Para la mayoría de ciudadanos estadounidenses, el año electoral de 2016 es concebido como uno de años más grotescos, caóticos, confusos, depresivos y vergonzosos de la reciente historia política de los Estados Unidos. La nominación de Donald Trump como candidato presidencial y, su posterior elección como presidente, puso en shock, no solamente a los ciudadanos norteamericanos, sino al mundo entero. Juzgado desde su retórica, cargada de ofensas verbales hacia sus oponentes, racismo y xenofobia o, desde la ausencia de un plan de gobierno claro para el país, Trump ha sido considerado como uno de los presidentes menos preparados que ha conocido la historia. En apariencia, Trump parece haber salido de la nada y haber logrado la parcial destrucción de la estructura del Partido Republicano




Varios miembros de este partido han tratado desesperadamente de distanciarse de la figura de Trump. Miran a Trump como si fuera el pariente borracho e incontrolable (que nadie ha visto por años) que, con el  pretexto de asistir a la cena navideña familiar, ha llegado a casa con todas sus malas costumbres. En un inicio, los miembros del Partido Republicano trataron la figura de Trump, como si fuera una mala experiencia, como algo malo que les había pasado o como si el partido se hubiera contagiado de cáncer o algo así.

Sin embargo, el discurso que pinta a Trump como una anomalía, como si fuera un outsider del establishment republicano, es falso. Si analizamos detenidamente el clima político y social de los Estados Unidos durante la última década, es posible concluir que el discurso y acciones de Trump, antes que contrarios, son parte de la ideología central del Partido Republicano.

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