Una de las razones por las que el problema del suicidio es un fenómeno que permanece relativamente oculto es su tratamiento en los medios de comunicación. Por ello, la función de los medios, fue la primera ponencia ante ciento setenta personas, especialistas, voluntarios y supervivientes, en unas Jornadas para intentar comprender el proceso doloroso que lleva a un ser humano a quitarse la vida y para buscar la mejor forma de prestar ayuda.
Está demostrado que hay que informar sobre el suicidio huyendo tanto del silencio, como de la información sensacionalista. Durante mucho tiempo, se creyó la teoría de que publicar noticias sobre suicidios ejercida una especie de “efecto llamada” y a ese recelo hay que unir el deseo de anonimato de las familias que atraviesan la tragedia de una muerte.
Si pudiésemos verlos, el conjunto de las personas que abandonaron la vida de forma voluntaria, formarían una gran comitiva. En España, en 2015, fueron casi 4.000. Y aunque la cifra de los fallecidos por esta causa triplica el número de los muertos por accidentes de tráfico o multiplica por sesenta y ocho el de las víctimas de la violencia de género, el suicidio no dispone de un Plan de Prevención, ni de un número específico de atención.
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