diumenge, 12 de novembre del 2017

La radicalización de las élites conservadoras, una nueva fase del neoliberalismo


Todos esas lacras del pasado que se han ido acumulando en la historia fruto del progreso irrefrenable de nuestras sociedades —ese del que nos hablaba Walter Benjamin en sus tesis sobre la Historia publicadas después de su suicidio, precisamente en Portbou, escapando del nazismo— han vuelto de repente al presente de este Viejo Continente. De pronto contemplamos imágenes que rememoran aquellas pesadillas de las que huíamos tras la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzó el proceso de integración que culminó en la actual Unión Europea: un entendimiento mutuo entre Francia y Alemania basado en la liberalización comercial. La filosofía entonces parecía sencilla: el proceso económico como fundamento de la razón.




Medio siglo después, el Mercado Común Europeo es uno de los más poderosos del mundo, pero los bárbaros reaparecen por el norte tambaleando los cimientos de una Europa presentada por las élites europeístas como la única gestora posible de una suerte de mundo libre. No obstante, ni la más potente de las maquinarias propagandísticas es capaz de ocultar que uno de nuestros recursos naturales, la democracia, está siendo explotado intensivamente por el capital, provocando una bifurcación cada vez mayor entre ambos. 

Quizá su reflejo más simbólico fuera someter al pueblo que históricamente heredó la idea de democracia a la asfixia financiera de la Troika, anulando su soberanía y dejándolo absolutamente vapuleado.

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