diumenge, 5 d’abril del 2020

Pánico, desigualdad o estilo de vida: elija su propia muerte


El alarmismo, los rumores y el sensacionalismo venden muy bien. El caos crea beneficios empresariales y financieros. Con el coronaviros bautizado como COVID-19 la histeria cotidiana es portada en todos los medios de comunicación. Muerto a muerto, el que más y el que menos acumula cada día una pequeña y nueva dosis de miedo a la ya vieja de ayer. A mayor miedo, mayor vulnerabilidad individual, social y política.

Se habla a media voz de conspiración de las elites internacionales, de arma biológica en periodo de prueba clínica. Las Bolsas caen entre el 5 y el 10 por ciento de su valor. Italia aísla comarcas y ciudades enteras; España, barrios. Francia y Alemania estudian prohibir reuniones públicas cuyo aforo previsto sobrepase las 1.000 personas. Se filtra que expertos científicos que asesoran al gobierno de Boris Johnson auguran que COVID-19 matará directa o indirectamente entre 100.000 y 500.000 personas en el Reino Unido.




Las crisis y el caos son vías extraordinarias para controlar socialmente las poblaciones, para desvirtuar o condenar sus reivindicaciones más urgentes o radicales y para derechizar las políticas estatales. Las elites siempre sacan partido de los malos momentos: una pandemia también ofrece a los mercados oportunidades para elaborar productos ad hoc y crear servicios mágicos de una chistera fantástica obteniendo así réditos nuevos de dolores y necesidades ajenos, tal es el leit motiv del catecismo capitalista: donde hay necesidad (creada artificialmente mediante mercadotecnia o de origen natural) siempre existe la posibilidad de un yacimiento de explotación y pingüe beneficio. Privatizar el caos y la necesidad humanos es la máxima de la inversión en capital.

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