Palestina captura de nuevo el primer plano de la atención internacional. Otras guerras, otros conflictos, otras crisis habían desplazado al drama palestino, como si aquella tierra hubiera entrado en hibernación. Y, sin embargo, no pocos avisaban de la inminencia de una nueva explosión. Ya está aquí. Sea o no la Tercera Intifada, es lo de menos. Lo cierto es que la frustración sorda, inatendida, se ha convertido ya manifestación terrible de desesperación.
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