La última década ha sido de ascenso de la lucha popular en Colombia. Las mingas indígenas, paros agrarios, luchas ambientales y protestas urbanas fueron confluyendo en un espacio unitario: la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, donde conviven distintos sectores sociales organizados y movimientos políticos.
Nacida después del histórico paro agrario y popular de 2013, la Cumbre se mantiene unida, potencia las luchas, respeta las diferencias y así logra escenarios de protagonismo popular que ponen en jaque al gobierno neoliberal, como está sucediendo por estos días. En la madurez de un movimiento popular que acumula décadas de resistencia a una guerra librada por las fuerzas armadas más poderosas del continente y patrocinada desde siempre por los EEUU, está la clave de una fortaleza que puede iluminar al resto del movimiento popular en Nuestra América para afrontar la restauración neoconservadora que amenaza la región.
“Insistir en lo que nos une, prescindir de lo que nos separa”
Así dijo el sacerdote, sociólogo y dirigente político Camilo Torres, cuando alentaba la conformación del Frente Unido del Pueblo antes de volcarse a las filas de la guerrilla, hace algo más de 50 años. La consigna (sumada a décadas de resistencia, intentos, frustraciones, enfrentamientos y finalmente aprendizajes al interior del campo popular) parece estar calando serio en el tejido social y político de Colombia.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada