La crisis que el sistema capitalista genera a nivel general impacta cada vez más en los ciudadanos asalariados del país. Los y las trabajadoras de todos los sectores se encuentran realmente más cercados con respecto a las alternativas de vivir plenamente –y de asegurarse un futuro digno- en un país donde las políticas neoliberales son adoptadas, defendidas y ejecutadas por quienes tienen el poder económico y por aquellos que desde los ámbitos políticos les tienden la mano para su provecho propio.
Activistas de ARENA partido de las cúpulas empresariales, protestan en oposición al aumento del salario mínimo. |
Frente a los intereses comunes de quienes tienen el poder otros intereses deberían posicionarse como contenciones de ese poder dominante y como reivindicaciones de la clase trabajadora. Temas variados como la defensa del medio ambiente, la crisis hídrica, el sistema de pensiones [1] , el acceso a bienes y servicios e incluso el tema de la seguridad pública deberían ser considerados y asumidos como intereses comunes de la clase trabajadora, es decir, intereses de clase. Ello supondría la posibilidad de unir y articular esfuerzos para la defensa común de dichos intereses y la mejora de condiciones de vida de la población general.
Sin embargo sucede todo lo contrario: en el país los temas que deberían ser comunes son cada vez más ajenos y a pesar de vivir a diario la crisis económica, social, política y ambiental no somos conscientes de cómo la pasividad popular tiende a coadyuvar la perpetuación de un sistema cada vez más asfixiante del ser humano en general, tanto en el ahora como en el mañana.
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