El macronismo se tambalea. El movimiento de los ‘chalecos amarillos’ ha sumido Francia en la crisis política más grave desde que Emmanuel Macron llegó al poder en junio de 2017. El movimiento nació como un grito de protesta contra la subida de impuestos a los combustibles pero, en menos de un mes, los ‘chalecos amarillos’ se han convertido en el catalizador de un amplio y heterogéneo movimiento contra las políticas económicas neoliberales que el país lleva padeciendo desde hace décadas, aceleradas por Macron.
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Un manifestante de chaleco amarillo está parado en medio del humo durante una manifestación en París, Francia, el 8 de diciembre
La reivindicación inicial de los ‘chalecos amarillos’ era la anulación del impuesto sobre el combustible pero el 29 de noviembre el movimiento publicó una lista de reivindicaciones mucho más amplia, elaborada mediante una encuesta en Facebook en la que participaron 30.000 personas: subida del salario mínimo, salario máximo de 15.000 euros, cero personas sin techo, protección del pequeño comercio, subida de impuestos a las grandes empresas y bajada para las pequeñas, rechazo del sistema de jubilación ‘por puntos’ diseñado por Macron, subida de las pensiones más bajas, jubilación a los 60 años, indexización de los salarios respecto a la inflación, limitación de los alquileres, fin de las políticas de austeridad, lucha contra el fraude fiscal, incremento de las prestaciones para personas discapacitadas, prohibición de las privatizaciones, más recursos para la justicia y la policía, eliminación del programa de ayudas a las grandes empresas que cuesta 20.000 millones de euros al año, reducir el número de estudiantes por clase…
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