dilluns, 27 de juliol del 2020

“Tenemos más alimentos que nunca y la calidad media probablemente nunca fue peor”


Cerca de 690 millones de personas sufrieron hambre en el mundo durante 2019, informó Naciones Unidas el pasado 13 de julio, lo que implica un incremento de 10 millones respecto a 2018.

Respecto al impacto global de la COVID-19, “podría provocar a finales de año un aumento de 130 millones en el número de personas afectadas por el hambre crónica”, según el documento El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo. Además al menos 3.000 millones de personas en el planeta no pueden acceder a una dieta saludable, cuyo coste –recuerda la ONU- se sitúa muy por encima de los 1,9 dólares diarios (umbral internacional de la pobreza). Mientras, la obesidad en adultos se ha convertido en una pandemia mundial.


“Tenemos más alimentos que nunca, de lugares más remotos –pescado de Senegal, frutas de Brasil o arroz de China-, nunca hubo tanta variedad y probablemente nunca la calidad media de los productos fue peor”, afirma Miguel Jara; el periodista amplía el foco a los superalimentos de moda –como el aguacate o la quinoa-, promovidos ampliamente por la mercadotecnia. Summum -suplemento de tendencias, moda y ocio del diario ABC- caracterizaba la quinoa como “uno de los abanderados de la revolución de los superfoods, un ingrediente exótico con un perfil nutricional de lo más interesante y muchísimo atractivo en la cocina”.


Naciones Unidas declaró 2013 año internacional de esta planta milenaria y origen andino preincaico, cuyos granos poseen alto valor nutritivo y medicinal (“el cultivo de la quinoa está en expansión, encontrándose en la actualidad en más de 70 países”, informaba la FAO en 2013); pero el colectivo Carro de combate advirtió sobre los riesgos de esta moda: incremento de los precios, lo que dificultaría la compra a muchos campesinos bolivianos; o el acaparamiento de tierra y las prácticas latifundistas, en países como Perú.




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