Salvador Allende dejó latiendo un pulso histórico que ha tardado en ser entendido en su cabal mensaje y compromiso: el honor, la lealtad, la fidelidad a la palabra empeñada, el sentido de coherencia. El triunfo de Salvador Allende representa un momento único e irrepetible. Inaugura mil días en que cada uno pareció ser el primero, pero también el último. Y sería el pueblo allendista, el marginado, el explotado, el hombre y la mujer sin futuro, quienes entendieron mejor su profundidad revolucionaria. Pero la victoria de Salvador Allende detonó el odio más profundo de los poderosos. Movió rencores y prejuicios anidados en quienes toda medida es riqueza, y todo valor tiene un precio
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